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El Oasis de Matilla, alrededor de 1935
El Oasis de Matilla, alrededor de 1935

                   El OASIS DE MATILLA Y SU VALLECITO

                                                Centurias de calidad y tradición en sus mostos

La iglesia de Matilla, en 1820, según grabado efectuado por Williamas Bollaerth, para el Libro de la Expebdición de George Smith.
La iglesia de Matilla, en 1820, según grabado efectuado por Williamas Bollaerth, para el Libro de la Expebdición de George Smith.

Fué el propio Virrey del Perú, quien en el último decenio del siglo XVI, quien con conocimiento de que en este escondido rincón de Tarapacá, era tierra fértil para el cultivo de la vid, dispuso el asentamiento de españoles en forma parmanente, en la quebrada de Quisma, para iniciar en forma masiva el cultivo de la vid y la posterior elaboración de vinos. El sacerdote matillano Francisco Javier Echeverría y Morales, Arcediano de la Catedral de Arequipa, señala sobre el particulkar "...El otro templo es el de San Antonio de Matilla lugar de residencia de los más españoles D. Alonso de Ondegardo, D. Carlos Cabrera, D. Juan de la Mota y Juan Rubio eran los vecinos principales en 1614. D. Damián de Moráles Usábal, natural de Ecija y su mujer doña Francisca de Reynoso, con D. Pedro Fontanar fueron enviados antes por el superior gobierno a esta provincia ; y estos fueron los que plantaron las viñas y pusieron un oratorio..." El historiador Oscar Bermúdez Miral refiere : "...En este período 1650 al 1700, se produce la formación del pueblo de San Antonio de Matilla. Don Gaspar de Loayza instala la viña al oeste de la actual agrupación para comenzar una economía social en base a la producción de vinos. De esta manera los hispanos comienzan el plantío de viñas en mayores cantidades..."

            El historiador peruano Rómulo Cúneo Vidal, manifiesta : "...Ensanchando mediante sucesivas adquisiciones las tierras lebrantías y puquios que su noble esposa poseyó en aquel partido, el dicho Gaspar de Loayza fundó una hacienda de viso, que así fué de pan llevar como de viña,  a la que aplicó el nombre de Matilla en recuerdo de la Dehesa de la Umbría de España y la dotó de casa habitación lujosa y cómoda y de múltiples dependencias, en que vivieron vida cristiana y holgada su descendencia, relaciones, dependientes y esclavos, poco a poco al subdividirse la dicha propiedad del fundador y sus herederos, se constituyó alreredor de la casa solariega y de la iglesia mandada a construir por don Gaspar, un verdadero pueblo; el de San Antonio de Matilla de nuestros días..." . 

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El OASIS DE MATILLA Y SU VALLECITO

  Quizás uno de los apectos que más ha caracterizado a la sociedad matillana, desde sus comienzos como centro poblado hispano, a contar de fines del siglo XVI, es su alta religiosidad, constituyendo su templo de San Antonio de Padua y su santo patrono, el eje de la vida matillana, muy marcada por un gran asentamiento patricio español venido tanto de Lima, Arequipa y Chuquisaca, como también con un gran e importante aporte indígena originario de habla quechua, que poco a poco dió origen a un gran y muy especial mestizaje, por el cual estos "Caballeros" españoles, se casaban don jóvenes indígenas formando grandes clanes familiares, en su mayoría dedicados a la agricultura, en especial en sus haciendad de viñas, como también a la minería de plata y oro en la que compartían labores con portugueses. 

      El templo de San Antonio de Padua en el Oasis de Matilla o "Asiento de San Antonio de Matilla" como s ele denominaba comúnmente en S. XVIII, inicia su historia como Oratorio privado bajo la advocación de San Antonio de Padua - imagen traída en 1589-90 por la criolla natural de Quito Francisca Reynoso Cisneros y que se conserva hasta el día de hoy - levantado por los primeros colonos españoles Damian de Morales Uzábal su esposa doña Fancisca Reynoso Cisneros y don Pedro de Fontanar, paras luego comenzar a ser engrandecida primeramente por don Gaspar de Loayssa y Valdéz de Ondegardo y cónyuge doña Maior Fernández de Córdova, y finalmente termidada por el Presbítero matillano Joseph Jacinto de Loayssa, descendiente del anterior.

       El templo, de grandiosas proporciones, fue admirado por la expedición de los ingleses  George Smith y William Bollaerth, que recorrieron el Oasis alrededo de 1820 calificándolo de una "construcción imponente", resultó seriamente dañado con los mega sismos de 1868 y 1877 superiores a 8.5 en la Escala de Richter, para finalmente colapsar con el terremoto de enero de 1878, siendo reemplazado por el actual tempo decimonónico inaugurado en 1887 y en cuya fábrica intervinieron directamente las mujeres mataillanas, dividiéndose en cuadrillas hasta finalizar su construcción.

           Es por ello, que la iglesia de San Antonio de Padua y su hermosa torre campanario, dominan el Oasis, su poblado, sus "haciendas de viñas" y chacras, y toda la vida de estos especiales hijos del Oasis.

MATILLA "LA BELLA" - SUMAQ MATILLA

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ANTONIA, MANUEL y BENJAMÍN RIVEROS

Fundadores de Bodegas Riveros

                          La Botijería nace en fecha no especificada de 1.589, como Hacienda y Viña, siendo sus primeros propietarios don Damián de Morales Uzábal y doña Francisca Reynoso Cisneros, quienes por orden del Virrey del Perú, llegan a este hermoso recodo de la Quebrada de Quisma, con la orden expresa de iniciar los plantíos en gran escala de vid por ser tierras ideales por su clima para ello. A la producción propia de dicha Hacienda, se unió posteriormente la elaborada por Medina Herrmanos, al casarse una de las hijas del viñatero Constantino Medina Henríquez con el hijo de uno de los propietarios de la Hacienda "La Botijería".

                       Los Riveros en el período republicano peruano, fueron junto con los Zabala los mayores productores de vinos de Matilla y Quisma, a lo que sumaron también la producción de aguardiente.

                       Los Medina, por su parte destacaron en la producción y comercialización del vino matillano, obteniendo sus vino tipo "oporto" galardones tanto en Francia como en España y Chile.


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LA ANTIGUA VENDIMIA DE DON CONSTANTINO MEDINA HENRÍQUEZ EN SU LAGAR DE MATILLA

Matillanos (nas), en el balcón de una solariegas casonas del Oasis.
Matillanos (nas), en el balcón de una solariegas casonas del Oasis.
FRontis del templo de San Antonio de Padua en Matilla, fotografía datada en 1907.-
FRontis del templo de San Antonio de Padua en Matilla, fotografía datada en 1907.-

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Don Constantino Medina Henríquez.
Don Constantino Medina Henríquez.

   La vendimia, que se efectuaba en Matilla, ha quedado registrada en apuntes familiares correspondientes a don Constatino Medina Henríquez, el último de los vitivinicultores matillanos que sobrevivió la durísima política chilena anti matillana, y que se trasuntó en la imposición de fuertísimos impuestos a la producción de vinos y aguardientes y luego la expropiación d elas aguas de la Vertiente de Chintaguay de la que se surtía gran parte de las Haciendas de Viñas de Matilla.

    La vendimia, comenzaba con una impotantísima labor preliminar, que consistía en preparar el terreno en la propia viña, limpiándolo y aplanándolo, en donde se despositaría la uva cortada.

    El corte de la uva se llevaba a efecto el último creciente de la luna, y era una labor en donde se permitía que la mujeres también trabajaran, pero sólo para recoger los sarmientos. Los racimos de uvas eran protegidos por cambuchos de papel que se cerraban con espinas de naranjos, para evitar que los pajaritos, quiguaguas - totolitas -  y palomas cuculí las picoteen. A esta labor de protección de las uvas se le llamaba "Quepechar" esto es cubrir la uva con papel.

    Una vez cosechada la uva, esta era llevada en canastos, hasta su lugar de acopio, el cual como ya dijimos, era preparado y se cubría con gruesas mantas de "saco". La uva era puesta sobre estas mantas, y luego se le espolvoreaba tiza muy molida, con la conistsencia de harina, y allí permanecía, bien tapada por mantas confeccionadas con sacos de harina,  hasta el primer menguante de la luna.

   Llegado el día del primer meguante de la luna, la uva era trasladada de su lugar de acopio en la viña , hasta el Lagar de la familia Medina Henríquez que se encuentra en el "Callejón del Lagar" en el centro urbano de Matilla, entre las actuales calles Baquedano y Bellavista. Esta labor se hacía en capachos de totora, con los cuales se cargaban los burros, cuatro por cada animal según su porte.

   Finalizado el traslado de la uva al Lagar, esta era depositada en la piquera mayor, y se la dejaba reposar una jornada completa. El jugo que desprendía ésta uva por la presión del peso, era muy apreciado y era acopiado para elaborar un mosto muy especial denominado "Lagrimilla" - cuando la cosecha era de las variedades Moscatel de Alejandría y Malvasía -.

   Finalizado el lapso de reposo de la uva, comenzaba la primera fase de la "pisa". Esta labor era efectuada exclusivamente por varones, que se organizaban en una cuadrilla de ocho, diez o catorce "pisadores" en total - dependiendo de la cantidad de uva cosechada - , más el Capatáz al que le daban tradicionalmente el nombre de "Huayruro". La pisa se llevaba a efecto a pie denudo - pie pelado -, y con unos pantalones muy cortos que solo le llegaban a los trabajadores hasta el la mitad superior de los muslos. Por ello, era muy estricto el control del aseo de estos trabajadores, que debían tener sus extremidades posteriores y pies impecables ( sin cutumas ni carachas ).

      La faena de la "pisa" de la uva, era cantada, llevando la voz de mando el "Huayruro" que con una varilla de membrillo en su mano, comenzaba con fuerte voz a entonar el canto "Anda a la Jaya Ja" y el que se componía de varios versos y coplas, muchas en doble sentido y corte galante, que eran respondidas por los trabajadores de la cuadrilla. La alegre pisa de la uva, en ocasiones especiales era acompañada por músicos con guitarra y violín, y los trabajadores se dividían en dos grupos : el de "Los Solteros" y el de "Los Casados" los cuales competían cual de ellos "pisaba" mejor.

     Terminada la primera etapa de la pisa, comenzaba la segunda fase, denominada "El sarandeo" toda vez que se efectuada con la "Saranda", que era un tablero de palitos separados, con el cual se separaban los granos de uva, que habían quedado enteros después de la primera pisa, del escobajo.

      Una vez finalizado "El Sarandeo", continuaba la fase denominada "Las Cuatro Esquinas" o la de "Los Brinquitos", en esta fase se partían los granos d euva y el ollejo, que se acopiaba en cada esquina de la piquera mayor. Se subía un pisador arriba de cada monton, mientras los otros lo sostenían desde abajo, y al compás de un canto, comenzaban a apretar la uva con los pies.

        El canto de las "Cuatro Esquinas" o "Brinquitos" decía :

        "Vaya un saltito, aya,

         más arribita, aya,

          y el que no salta, aya,

          le gua a menear, aya."

          Terminada esta tercera etapa, llegaba la acción de la viga.

          Los ollejos u orujo, era trasladado desde la piquera mayor, a otra piquera menor especial que se ubicaba bajo la viga, para su a"aprete" final, en dicho lugar había una faja tejida de totora, de unos veinte centíemtros de ancho por quince metros de largo, la que se denominaba "cimba", con ella se formana un especie de cubo, en cuyo interior estaba todo el orujo traido, el cual se apretaba muy fuerte. Luego comenzaba el trabajo con la viga. Venían los tablones y delante de la viga, había dos grandes troncos o maderos a los que se le llamaba "gigantes" los cuales servíande soporte a otros maderos que se atravesaban a éstos y que servían de descanso a la viga, a estos se le llamaban "teleras".

      Una vez que estaba lista la viga, don Constantino Medina dába las órdenes : "¡Viga arriba, primera telera¡, con ello se subía la viga bien arriba, luego venía la segunda voz : "¡Sáquenme el descanso¡" "¡Sáquenme la primera telera¡" bajaba la viga, derecha, y comenzaba el apriete del orujo y la uva que se había depositado dentro del cubo formado por la "cimba", el caldo que soltaba esta función con la viga iba a dar a las piqueras secundarias.

    Las tinajas, que cada una de ella tenían el nombre de un santo o de una advocación de la Virgen María, se sometían a una exhaustiva limpieza previa, en cuyo interior se sacaba todo los restos que quedaban de procesos anteriores, y se les pasaba fuego a las paredes interiores, en este proceso de limpieza interior no se utilizaba agua.

    El trasvasije del caldo producido, se efectuaba desde las piqueras hasta las tinajas ya preparadas, las cuales eran selladas y sólo se abrían después de un año, cinco años y para un vino especial hasta quince años.

    Terminada la vendimia, don Constatino Medina regalaba a cada miembro de  la cuadrilla 10 litros de vino que guardaba en la bodega y se ponía una bandera blanca en el pórtico de entrada al lagar, luego venía la fiesta, en el "arenal" frente al sector de "la Pila" en la quebrada, en donde se reunían los trabajadores, los miembros de la familia Medina y las amistades, y se celebrara el término de la labor, con un gran picante de conejo, para una vez terminado y bajo el titilar de las primeras estrellas subir todos en caravana cantando al son de guitarras, violín y bombo  "la Guara" recorriendo las calles del pueblo cantantando alegres y picarescos versos y payas, haciendo el respectivo "aro" en determinadas esquinas en donde se bailaban cuecas y valses, para luego seguir la marcha hasta el morro del cementerio, tradicional sitio en que se terminaba la celebración con dos pies de cachimbo.

      En el año 1935, se llevó a efecto la última gran vendimia por parte de don Constantino Medina Henríquez, la expropiación de las aguas de la vertiente de Chintaguay y los excesivos impuestos que grababan la actividad de producción de vinos y aguardiante en Matilla, significó el érmino de esta noble actividad que se había llevado a cabo por centurias, y que lograron en el caso del vino tipo "oporto" matillano gran fama y nombradía de excelsos tanto en el virreinato, como después en el período repúblicano peruano y en los primeros decenios de la dominación chilena. Vinos, que obtuvieron dos medallas de oro en Francia, otra en la Feria Internacional de Sevilla, y la última en la Exposición Internacional de La Serena" vinos que la usanza de un español de otrora al referirse a ellos "..no tienen igual en el Reyno..."


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